miércoles, 25 de marzo de 2009

Sinfonía Conclusa




Podría recomponer la sinfonía ajada, vetusta, que acompasa el movimiento de este imperfecto mundo.
Sí, podría y quizás querría, no dejar lugar para el azar o la incertidumbre, y así acomodar una a una las notas para que el sonido de la vida fuese algo nuevo y bello; algo nunca conocido y bellísimo. Un tesoro deslumbrante a los ojos de todos, oro desde mi humilde verdad, fulgores desde mi esperanza.
Pienso y logro creer que lo hago ya. Que el camino fue abierto cuál tajo desbordante en la panza de un viejo dolor… Puedo ver, mientras escribo, mientras me voy íntegro con estas palabras, cómo nace de ese ojo carmesí el anhelo palpitante y piadoso de aquella idea de perdón y renovación, tantas veces, tantos largos años gestada en la oscuridad de una mentira.


Si acaso soy tan feliz y puedo entender el por qué de lo que me rodea; si acaso llego a esa cumbre de alegría tan sólo por unos segundos, es allí, en ese ígneo instante del pensamiento, que puedo escuchar el lejano rumor de un pandero, una dulce nueva voz agitando mi corazón, escribiendo el pentagrama de aquella imaginada melodía.
Los míos sabrán oír esta historia y la seguirán… y reirán, bailarán y amarán hasta el hartazgo.
-¿Qué más Dios? -dime, ¿Hay en todo tu cielo un deseo más hermoso que éste?


Hernán Mierez ®