domingo, 27 de septiembre de 2009

Conjeturas


Discurso Primero



Qué ser terrenal puede asegurarme que Dios se equivoca en su hacer ó, qué Dios puede atreverse a señalar mis errores.
Hace mucho tiempo ya que el Hombre y su Dios han quedado solos. Uno es aquí y ahora, el otro es allá y nunca, un imaginado pero desconcertante destino.
Pero en ese desolado desierto de interrogantes, no existen las distancias. El lazo es, aún cuándo el dolor sea la negación, inquebrantable.
El Hombre y Dios, Dios y el Hombres son lo mismo. La existencia es, simplemente, la unión de la carne y su trémulo deseo; un matrimonio a la deriva en un inmenso océano de incierta eternidad…
Hernán Mierez ®




domingo, 13 de septiembre de 2009

Frase del Día

Hablan mucho de la belleza de la certidumbre como si ignorasen la belleza sutil de la duda. Creer es muy monótono; la duda es apasionante.

Oscar Wilde.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Eclipse


Desde las calientes tierras de Castilla La Mancha,
un texto de mi gran amiga Prado Guerrero Arce...


“El sol, fuerte y radiante,
ha vencido a la luna
que se aleja impotente
del campo de batalla….”

La radio reproducía la voz de Lole, acompañada de la guitarra de Manuel, versos con música, llenos de misterio y lamento…

- No es posible nuestro encuentro, nunca lo será, dijo ella.
- Es cierto, no podremos estar juntos nunca, dijo él, -cuando yo voy, tu debes volver, cuando tu vienes, yo debo marchar.
- Si nos encontráramos todo el mundo lo lamentaría, la marea, la cosecha, todos dirían que ocurriría algo terrible, que nuestro acto de amor sería el fin de todo, -dijo ella, bajando los ojos para no llorar.
Pero los sabios predijeron que así sería; supieron que un día se encontrarían y su amor sería visto no con temor como pensaban, sino con el respeto que producen las cosas hermosas que nos rodean.

Y llegó ese día…
Aquella tarde de abril, cuándo él ya cansado se dejaba morir recostado sobre montañas sin nombre, la vio aparecer en el horizonte en su mayor plenitud de belleza y luz.
Se acercaron con el magnetismo de dos cuerpos que se aman, una fuerza que no se podía controlar ni detener y, a la vista de todos, se amaron por un instante. El tiempo se detuvo: Para ellos, para todos… El universo se disolvió en una letanía de amor…

Separaron sus cuerpos sin quererlo, tenían que hacerlo, debían marchar, él al otro lado del mundo, ella permanecer donde estaba y así verlo desaparecer mirando su larga melena dorada disolverse en un cielo que, ya lloraba negro sobre su extenso cuerpo de estrellas.
Ella enjugó sus lagrimas de ígnea blancura, el ardió de ganas de volver a verla aunque fuera de lejos, aunque sólo fuera sólo unos minutos en algún lugar del tiempo.

No sabían aún que volverían a amarse, siempre pensaron que aquella sería la única y última vez, pero, mientras el universo los acogiera, mientras su amor fuera tan fuerte, volverían a unirse tanto parcial como totalmente, una y otra vez, sin fecha conocida, sin cita previa, en cualquier lugar de la eternidad…

Prado G. Arce ®