Un día cómo hoy, hace ya mucho tiempo, Dios ensayaba una idea para intentar reconventir el curso de la historia de su creación.
Las cosas saldrían mal y dicha idea no se repetiría.
Solemos festejar de manera dudosa este giro en el curso de la historia de la humanidad.
Arboles luminosos, un señor de blancas barbas y regalos, obsequios para todos. Una gran mixtura. Un viento que pasó por cada país y fue aglomerando distintas formas hasta crear la pasta de lo que hoy llamamos Navidad.
Navidad es nacimiento. Navidad es novedad y cambio. Navidad es surgimiento del bien en contra del mal. Y se queda ahí.
Un ser superior pensó y origino en su inmensa mente la primera y gran filosofía. La madre de todas las demás. El origen de las cosas para y hacia la concreción y exaltación del bien.
Así llegó el hombre: La forma material de esa idea filosófica.
Luego... Dios quiso saber y supo demasiado. Libertad, libre albedrío, poderosas mentes, límites irreconocibles y todo mutó.
Nos soltó y escapamos lejos... tan lejos que hoy estamos perdidos, del otro lado de dónde el quisiese que estemos. En fin, a las doce de la noche se elevarán muchas copas y pocas sabrán porqué lo hacen.
Yo voy a encender un cigarro y a mirar al cielo. Tal vez, quién dice, encuentre una respuesta a este raro interrogante que me roe las entrañas y si no es así, volveré a sentarme a escribir lo que me dé la gana.
Todo intento es bueno, significa voluntad, hasta el de Dios lo fue; salvo que el confió demasiado en nosotros y lo sigue haciendo... quizás, creo, pensará que todavía todos podemos salvarnos.
Esto es la esperanza, una larga y fuerte soga a la cuál es bueno aferrarse y de la cuál..., sí, hablaré en otro momento.
Por ahora. Feliz nuevo nacimiento Jesús!!
Algún día cesará la traición.
Hernán Mierez ®