jueves, 5 de julio de 2007

Evolución


Después de contar infinidad de horas
me encontré de nuevo con mi risa.
Me dí cuenta que era otra.
La risa después del dolor
es cómo la roca después de la lluvia
la forma es distinta,
el sonido, el brillo.
Cambia la materia y su origen.
Las cicatrices no se ven
pero laten adentro y traen el recuerdo
constante y es una alerta.
Agacha la cabeza ante la nube negra.
Espera su atronador mensaje
y déjalo morir hacia el silencio.
Siempre habrá días de lluvia,
son la promesa, el anuncio
de nuevos soles.


El tajo profundo en el alma
abre el camino de la sangre,
y su veneno oculto se escapa mudo;
humedece la tierra que pisamos y se pierde.
Nacerá allí el verde
de una esperanza renovada.
Junta las manos y recibe la tarea
de cuidar la oportunidad regalada.
Nada en su matriz es maldito y
el sentimiento cuenta con tu fuerza
para crecer erguido y sano.
Cuándo haya amainado la tempestad
eleva la mirada al cielo y ríe.
Que la historia es circular
y se claudica a voluntad
y no por el brazo del destino.


Hernán Mierez ®









2 comentarios:

Maria Coca dijo...

Como la luna sigue al sol, la risa llega tras las lágrimas, aunque a veces el giro sucede al revés pero unas y otras pasarán por nosotros, convirtiéndonos en quienes somos.

Un texto brillante, amigo, profundo e intenso.

Besos desde mi orilla.

Unknown dijo...

Gracias amor.
Me gusta lo que decis de que eso acabará convirtiéndonos en quiénes somos.
Es así. De la manera en que la alegría y la tristeza nos van marcando el cuerpo, es cómo vamos transcurriendo.
Todo, absolutamente todo, depende de nuestra voluntad y de nuestro esfuerzo.
Vivir es luchar y no hay modo de esquivar, de esconderse de estas batallas...

Mil besos...