martes, 25 de septiembre de 2007

Mañana es Hoy

(Relato con moraleja)


Ciento veinte segundos me regalaron para hacer lo que yo quisiese. Elegí ir hacia el futuro de mi vida. Diez años adelante.
Vi a un hombre muy similar en aspecto. Sentado frente a una computadora pero mirando el techo, cómo buscando algo, para luego volcarse, suspiro mediante, a apretar distintas teclas del teclado. Se formaban palabras, cortas y largas, comas, puntos seguidos y otra vez a mirar al techo.
Me asombré de no encontrar un código o señal que me hiciese ver la diferencia con el ahora. Es cierto, el lugar no era el mismo, ni mis ropas, ni las luces. Pero el conjunto no tenía nada de sorprendente o relevante.
Puedo decir que me decepcioné un tanto. Creía poder maravillarme a raíz de encontrar alguna mísera respuesta a los interrogantes de hoy, pero no, nada. Sólo el tiempo había pasado en la visión y en mi piel, nada más.
Faltando cinco segundos para que expire el tiempo concedido en mi deseo, me incliné para observar que era lo que yo mismo estaría escribiendo y apenas pude leer: ...Ciento veinte segundos me regalaron para hacer lo que yo...
Cuándo al volver al presente me preguntaron que había visto, me tomé un momento para responder y esbozando una brillante sonrisa, les dije: Ví un futuro hermoso, muy agradable, dónde podía hacer lo que me gusta y apasiona y dónde me sentía totalmente pleno y satisfecho.
- Es un buen augurio -dijeron- una bella sorpresa, ¿No es así?
- No -respondí-, sólo es mi vida, única y mía, nada más, y por lo tanto perfecta...



Hernán Mierez ®

lunes, 24 de septiembre de 2007

Reflexión


Toda revelación o epifanía, puede que desvanezca en minucia estéril, siempre que el testigo de la misma pierda noción o no encuentre modo de interpretar. Por esto vale tanto decir que las cosas sólo existen a través de los ojos de quién las mira y no por sí mismas.
Sómos, por ende, pequeños continuadores de la gran creación, de ahí que el mundo pierda tan constantemente el equilibrio y se incline perniciosamente hacia la decadencia.
Habría que revisar, de tanto en tanto, el gran y primer manual, para saber que crear cada nueva mañana y así evitar equivocarnos y contribuir a cavar aún más, el pozo que nos engulle.


Hernán Mierez ®



viernes, 14 de septiembre de 2007

Alquimia


Mi piedra filosofal,
la mía, mi objetivo y virtud desconocida,
es una perfecta suma de palabras
que aún dilata su alumbramiento.
Encierran un significado, un dato
que me mantienen sedienta la razón,
galopante el corazón
y tenso el entrecejo.
Sé que ronda por ahí,
a veces se acerca, otras se esfuma.
El final del juego siempre es amargo…
Pero aún no ha terminado,
dura lo que dura la vida
y es menester voltear al Rey,
antes que nos paren el reloj.


Hernán Mierez ®

jueves, 13 de septiembre de 2007

Un miserable átomo en el cosmos


Qué hay, qué hay
de la marisma del dolor.
Qué vergüenza asombra ojos ajenos,
qué terrible tempestad arrecia
para que deje de ver el sol.

Dónde voy mareada la razón,
adónde llego si aún no partí.
Dónde la paz abordará mi tren,
dónde empieza lo que debe empezar
y dónde termina lo que tiene rostro de infinito.

Cuál es la pericia del trapecista
que le permite vencer a las aves,
cuál mi cadena, que sola es nada
y atada a mí se vuelve mi cuerpo.
Cuál es el horizonte bueno, dónde termina este negro mar…

Te creo y por eso te guardo estos besos,
para cuándo vuelva a verte.
Pero la espera no admite citas,
sólo te deja bailar una pocas veces,
luego vuelves a casa y ves que está vacía.

Cuándo la caída no será futuro.
Cuándo el temblor será sensación
y no terremoto y ruinas.
Cuándo el interrogante vivirá fuera
de esta oscura cueva mental…

Qué hay de los que hay,
de los dónde, de los cuándo.
Qué con los cuál, qué con la duda devoradora,
si el hambriento soy yo
y ella se sacia de mi inspiración.

Al infierno con los cuentos
que nunca me llegaron a contar.
Me colma los bolsillos mi propia imaginación.
si el camino se pierde en la neblina
me voy a ir por dónde pidan mis deseos.

¿Los tengo?, maldita duda…
Si los tengo, ¿Los cumplo?
Veo que te gusta jugar…
Si los cumplo, escribo
y la fantasía es la caricia sanadora.

No va a poder este viento cruzado
tumbar todas las hojas.
Caerán vencidas unas cuántas,
pero la raíz de la esperanza
nutrirá cada vez el árbol de mis días.

Guardo tesoros para los que vienen atrás
y eso debería bastar,
para formar el oasis y el descanso.
No hay desiertos frente a mí
sólo visiones y una voluntad de hierro.

Me pregunto ahora el porqué,
del llanto de ayer,
de ayer nomás, aquí atrás, muy cerca…
¿Hoy es ayer?
Aún están húmedas mis mejillas.

Me confunde darme cuenta
que el porqué está al final y no al principio.
Por qué antes no dije porqué.
¿Será que tengo miedo de saber?
Nunca, nunca, nunca…

Gritar es una buena forma de protegerme.
La fuerza es la ostentación de ella misma
y no la acción en desenfreno.
Te grito estúpida tribulación
y te engaño, piensas que soy más fuerte.

Al menos me cedes el inicio
y quién golpea primero golpea mejor.
Ya se, mis heridas me condenan,
pero mi armadura no es de azar, ni mi lanza de suerte.
Antes no lograba verte, ahora puedo escupirte y verte retroceder.

Las señales están justo ahí,
dónde ambos podemos verlas.
Tiemblo, sudo y sufro.
La ansiedad me lame la piel, obscena.
Pero he vencido ríos,
escalado montañas para verte la cara,
y no es éste tu momento,
sino el mío, sólo mío.
Voy a morder mis labios,
gozaré del sabor de mi sangre.
Locos los ojos, tensos los nervios,
voy a llegar primero,
voy a asestar mi mejor golpe,
pero no reiré al verte morir.
Me sentaré y descansaré
en medio del campo de batalla.
Y voy a rendirte los honores que mereces.
Sólo porque nunca mueres,
nunca te vas.
Vas a dormir mientras yo resurjo
y cada nueva mañana voy a recordarte,
para que nunca puedas despertar…

Que hay, que hay,
del eterno fuego interior,
que hay si los versos pasados
sólo fueron un miserable átomo en el cosmos.


Hernán Mierez ®

lunes, 10 de septiembre de 2007

Los Pasos Hacia Mí


Solía caminar al mediodía
Cuándo la calle se dormía y cesaba su locura.
Solía caminar acompañado por un perro,
Un perro de pelaje pardo
Con mal aspecto. Un perro como yo.
Yo como el perro.
Y el animal me observaba,
Como lo hace un hombre, pero con ojos de perro.
Pupilas enormes, oscuras,
Nadando en rojo...
Una baba eterna, elástica. Temblando
Entre su hocico y el piso.
Creo que conocía mi pensamiento.
Su estupidez canina me indagaba,
Y no me engañaba.
Me conocía pero callaba,
No ladraba, no gemía. Desaparecía.
Su presente y su pasado también
De calle y rincón, de frío y soledad. Sabiduría.
Y sólo era mi compañero en las caminatas.
No era mi amigo, no éramos nada.
Azar de dos al mediodía. Desde una puerta azul,
Hasta la orilla del río.
Sucio río que nos miraba y existía.
Tenía, en mi debilidad, un significado terrible.
Esa masa de agua pasmada, marrón.
Un imán.
En años, largos años, me repetía constante.
Caminar hasta esas orillas verde musgo.
Mi lugar era el sendero,
Los mediodías.
El perro y el río.
Una ceremonia muerta en tus ojos.
Razón para odiarme. Una más.
Por eso nadie quedó en esta vida.
Miserable.
Ni un recuerdo soy en una historia.
Ni un pasaje.
Nada más que un cuerpo vacío.
Una mente furiosa.

Solía caminar. Ahora,
Lo he perdido todo.
Ya no encuentro la calle de los mediodías.
No hay paseos, ni perro (mi sombra),
Se habrá juntado con el río,
Se habrán ido en una sudestada...
Buen destino. Horizonte común,
Eran del mismo color,
El perro y el río se miraban
Y brillaban;
Entonces supe que la sombra era yo
La sobra.
Claro, tuve un deseo y se cumplió,
Abrir una ventana. Hueco
De libertad. Aquí, en esta hoja
Soy algo más.
Creo serlo. Quieto estoy y escribo
Suspiro, escribo y me voy...
No necesito mediodías,
Ni perros vagos con ríos. Ni humillaciones.
Imaginar es mi necesidad,
Y mi triunfo. La salida:
Nunca fue la puerta azul.


Hernán Mierez ®

lunes, 3 de septiembre de 2007

Maverick El Mago


(extracto de un micro cuento publicado en los foros del diario La Nación)


Maverick estaba cansado, agotada la mente y cada uno de sus músculos. Tenía el rostro poblado de arrugas y los ojos hundidos en el negro pozo de su memoria.
Después de meses de repetir el ritual llegó a pensar que Dios le estaba cobrando la deuda.
Se caía, se derrumbaba hora tras hora, día tras día su vida.
Tomó aire hasta completar el vacío de sus viejos pulmones y mientras oía los ruidos de gente moviéndose y al presentador anunciarlo, alisó cómo pudo su camisa, que ya no era blanca y puso sobre el taburete de roble la pesada maleta.
Era su última noche en ese pueblo, la última presentación de "Maverick El Mago"
Lentamente sacó el espejo, ya no le importaba hacer esperar a su público, y lo colgó de la pared. Era un espejo pequeño, demasiado en comparación al gran marco de bronce que lo atrapaba y con la esquina superior izquierda totalmente astillada.
Alzó la barbilla y le entregó sus facciones a ese espejo. Poco a poco su piel se estiró, desaparecieron las eternas ojeras, los labios compungidos dieron paso a una boca fina y renovada, la nariz se acomodó sus ángulos y se hizo altiva, fuerte. El ceño fruncido se disolvió a través del reflejo y la frente capturó la hermosura de una blanca luna.
En medio de esa estancia mal iluminada resurgió, cómo tantas otras veces, un hombre nuevo.
Ya listo miró entre bambalinas y se dispuso a salir al escenario.
Esta será la última, no habrá más, ya no más…-Pensó, mientras los aplausos rugían en el pequeño teatro.
El espejo quedó sólo en silencio. Todavía en su superficie, grabado, el rostro de Maverick el mago, el verdadero.
Afuera, haciendo volar cartas de poker de entre sus mangas, estaba la imagen, de cuerpo entero, del otrora mago real, aquél que Maverick asesinara una helada noche de invierno, hace ya bastante tiempo, de un golpe certero en la sien con el pesado marco de bronce del espejo. La venganza del anónimo ayudante que pensaba, hasta hoy, que el show debe seguir….


Hernán Mierez ®