lunes, 27 de agosto de 2007

Frase del día

Componer no es difícil, lo complicado es dejar caer bajo la mesa las notas superfluas.

Johannes Brahms

viernes, 24 de agosto de 2007

J.I.M.


Madrid se congela, estrellada.
Mediodía el hotel,
nuestra la noche y el deseo.
Con la Reina Sofía por detrás, vigilante
y el quinto emperador expectante en su plaza del recuerdo.
Atocha vomitando hormigas,
engullendo hormigas...
Luces que me llevo al recuerdo,
maravillas que no entiendo.

Me vuelvo, te veo y el balcón se cae,
mientras tus piernas se abren a la gloria,
ejercicios para la salud,
sin dietas del alma...
Placeres que no engañan y complacen.

Ultima noche, España me olvidará.

Con voluntad y armas nobles,
señalé un surco en la tierra fértil
y me llevaré la semilla.
Nadie quitará de su corazón mi sabor,
jugos de la vida, juegos del amor.

Una deuda tengo hoy,
que mi vacilar abriga con ahínco,
más mi fuerza es rasgo heredado,
por eso volveré a verte madre
y otra vez arrancaré de tu seno,
una rosa para mi jardín.


Hernán Mierez ®

viernes, 17 de agosto de 2007

Carta de Amor


Alma mía:

He perdido ya la cuenta de cuántas cartas te he escrito. Y digo escrito, y no enviado, pues muchas de estas cartas han muerto ni bien nacidas. Primero es furia lo que arrebata mi ser y luego es lástima y melancolía lo que aflora, al ver esas palabras arrugadas, moribundas sobre el papel olvidado en un gris rincón.
Y aunque he usado todas las expresiones de amor y cariño, de ternura y calor, todavía siento debajo de la piel, ese cosquilleo sin origen, ese temblor del ánimo cuándo el corazón agita las aguas de un cuerpo enamorado y frágil.
Hay en la casa, en las paredes, en las telas raídas de las cortinas, ese olor tuyo, ese eterno aroma a vos mi vida. Parece absurdo, pero desde que te fuiste, desde que huiste de mi lado, tu presencia ha adquirido visos de leyenda inmortal, de historia trágica, que mezcla los sabores, que une el amargo de la ausencia, con el dulce de la espera, de lo bueno por venir, y lo insulso de la esperanza que se hace larga, que se estira y filosa, corta en dos el deseo, cansado ya de esquivar la adversidad.
Siempre me pregunto mi amor, si todavía ha de gustarte este lenguaje mío, esta manera de hablar, de comunicarme, “Tan increíblemente nostálgica y queda, tan triste en esencia, tan pesimista”, como me decías, después de escuchar mis interminables pláticas y mis reflexiones sin motivo ni dirección... ¿Acaso alguna vez lo sabré?. Creo que no, pero al menos me contenta la idea de imaginar, que si no te gustara, me lo harías saber. Tu silencio es mi amigo. De alguna manera no es resistencia, no es desprecio, y tanto es mi amor por vos, que solo eso me significa una ventaja, en medio de esta maldita tempestad de olvido y distancia.

Ayer, después de mucho tiempo, y como te he dicho que debía hacer en cartas anteriores, me armé de valor y me encomendé a la ardua labor de acomodar y clasificar, de una en una y metódicamente, todas tus cosas encerradas en aquél viejo y desvencijado arcón. ¿Lo recuerdas?, ése trasto que rescataste del galpón del viejo Heredia, ese que imaginabas fue un baúl usado por piratas para esconder cierto tesoro manchado de sangre. Pues bien, así lo he hecho y he terminado hace poco más de unas horas. Cuántos recuerdos, cuanta imagen viva, fotos sin tiempo, con rostros, gestos, sonrisas tan amadas, que parecen incendiar mis ojos, llenar de luz la oscuridad de mi espíritu torturado. Cartas, muchas cartas, poemas sin rimas pero sinceros, dos anillos opacos ya, y ese mechón de pelos rojizo, ése que me regalaras estando borracha, con tu cara brillando como la luna, después de habernos hecho el amor por primera vez. Me pediste jurar por mi vida jamás traicionarte. Y yo lo hice con ganas, muchas veces, mordiendo mis labios hasta saborear mi propia y cálida sangre, como si eso te pudiese convencer de la veracidad y tenacidad de mis palabras de enamorado.
Y no dudes que así fue. Ni ayer, ni hoy, ni nunca, aunque no estés aquí, me atrevería a quebrar ese juramento. En el fue mi vida, el pálpito y el aliento de quién será tuyo por siempre. En tu lejanía, en tu soledad, o en la compañía de quien sea y que no quiero saber, debes creer en la fortaleza inalterable de mi fidelidad. Aunque el dolor sea una soga que me asfixie, siempre habrá un suspiro en mi garganta, aguardando tu regreso.
No te miento si te digo que muchas veces, desorientado por la perversa incertidumbre, vi mis manos temblar y lágrimas caer por mis mejillas frías. Así es, las fuerzas se van, se atenúa el hambre de victoria del guerrero, y es lo peor; ahí es cuándo el alma puede morir, caer en el pozo de la desesperanza y no volar nunca más. Me ha pasado sí, lo he vivido, pero siempre un pequeño y delgado hilo de esta rara existencia mía, logra quedar aferrado a vos, a lo que fuiste, a lo que aún eres. Entonces amanezco con el tiritar de tus besos en mi espalda, con el susurro devorador de tu placer en mis oídos. Aprietan mis dedos nerviosos, las sábanas que arden con tu memoria. Y me desmayo feliz, intoxicado de recuerdos latentes y furiosos.
Entonces, como ahora, me pongo a escribir. Y estoy seguro que esta carta si la enviaré. Como un sacrificio que se repite, pondré este papel en un sobre y lo veré hundirse en la negra boca del buzón, testigo mudo de mis ilusiones eternas. Y aunque el empleado postal, ya cansado o aturdido, me jure en una mueca grotesca, que los muertos no tiene un destino cierto, jamás cederé ante la idea de no volver a besar tus labios exquisitos.


Hernán Mierez ®

jueves, 16 de agosto de 2007

Frase del día

Sorprendernos por algo es el primer paso de la mente hacia el descubrimiento.

Louis Pasteur.

jueves, 9 de agosto de 2007

Ocho Mañanas


A Elías
Apenas ocho mañanas después
de amanecida la primavera,
asomó tu vida con el nuevo sol.
Mi tiempo en ese tiempo
era de aguaceros perniciosos y cielos negros.
Mi corazón había extraviado el ritmo
y la mente se asustó de tamaño silencio.
No entendía lo que decían mis relojes
y la engañosa seducción,
de ciertas malogradas sensaciones,
me roían el espíritu que sufría.
Así se agitaba la superficie de mi mar,
con agresivas ráfagas de vientos sin origen.
Ciegos mis ojos,
el pozo de mi alma abrigaba un misterio.

Y vos, colmado de pureza,
tesoro imposible para mí…
con la perfecta inocencia de tu piel,
derribaste una a una las puertas,
creadas desde mi hartazgo y cerradas
con la llave perdida de mi pensamiento culpable.
En tu risa se dibujó despacio
la brújula para éste náufrago corazón.
Tus lágrimas en mi rostro
volvieron dulce este llanto amargo.
El maestro vió derrumbarse su muro,
hecho de piedras grandes como el miedo,
ante un gesto de su alumno:
La atronadora caricia (fuerza monumental)
de cinco dedos pequeños cómo el hombre mismo.
¡Ya ves! Parecías insinuar… Podes volar.

Sin atreverme a elevar la mirada,
regresé a la casa de la paz.
Esperaba encontrarme entre blancos reflejos
y así poder interrogarme.
Y por ese intangible poder que tiene la fe,
mi sombra me reconoció cómo verdadero.
Volví a reír;
las rodillas besando el suelo sagrado,
las manos interpretando el sentimiento,
Agradecían la oportunidad renovada mientras
aflojaban el puñal que ya se hundía en el pecho.
En la memoria se grabará la huella
y conocerás la magia que tu presencia trajo.
Deseando mi felicidad desde la matriz oscura;
ausente de razón,
de primitivo impulso pleno,
fuiste la cura y sos la esperanza.
El cuenco vacío y limpio
entrando al río que vuelve a correr,
la tierra que pide a gritos
olvidar los días de desierto y sed,
anhelando albergar mis quimeras,
con la ofrenda de una cosecha vasta.


Sentado ahora, a la vera del camino.
Resuelto el laberinto,
bebiendo de tu agua fresca,
respirando el aire que exhalan tus poros
escucho la tempestad que se aleja;
sólo fulgores en el horizonte,
nerviosos resplandores signan el pasado
y pulsan bajo la herida que se enfría…
Alertas espían a la voluntad que se hamaca,
saboreando indecentes la próxima caída.
Corazón radiante y veloz
no dejes que estas llamas,
en torno a las que nos protegemos,
cesen en calor y luz,
qué afuera y adentro se multiplican los torbellinos
amenazando con ocasos y dolores de ayer…

Ríe, grita y llora,
bailan las emociones en tu voz,
la revolución ya es victoriosa.
Frente a esas armas mueren los fantasmas,
cae, las alas destrozadas, el cuervo que trae la noche
y la esperanza se hace carne en la promesa.
Blanca luna tras tus ojos,
a vos te busco, a vos te quiero,
allí se esconde el secreto,
la escurridiza piedra filosofal qué,
este pobre alquimista de manos gastadas
a ansiado tanto acariciar…
Apenas ocho mañanas después,
de afloradas las rosas nuevas,
el viejo jardín se ha secado…
Y un nuevo mundo se abre.
Pisa las ruinas, pisa el pasado
el incólume poder de tu presencia vengadora…


Hernán Mierez ®

martes, 7 de agosto de 2007

Expresión


Me gusta pensar que la palabra expresión significa, más allá del diccionario de la Real Academia, "presión afuera". Cómo si expresarse fuese la manera de abrir la tapa de nuestro caldero ardiente; el modo de sacar lo que bulle en nuestro interior. Y así, de esta forma, vaciarnos y refrescarnos la cabeza.

Tiene y lo digo por experiencia, las propiedad de curarnos. Nada peor que aquellas heridas que sangran hacia adentro y que no son físicas sino psíquicas. Ensayar palabras, unirlas y darles sentido en una hoja de papel o en forma de voz alzada, es ejercicio rejuvenecedor para el alma.

A través de los años me ha dado satisfacción para mi espíritu y cierta calma para mis músculos atacados.

Es curioso cómo el cuerpo se somete de forma absoluta a la mente. Cómo dice que sí a todos los designios de nuestras ideas y pensamientos. Por eso, cuándo sentimos esa presión interior, ese embrollo de razones que se nos agitan por dentro, es necesario "expresarlas" y darles salida. ¡Afuera! que contar es limpiar y por acción circular, aquello que exteriorizamos, puede volver a entrar purificado y libre de los gérmenes personales.

El que nos lee o nos escucha puede actuar de sanador y proveernos de salud aplicable a nuestros pensamientos.

El hecho de existir en medio de una comunidad, de una sociedad, el hecho de estar entre congéneres nos obliga, de manera abierta y libre, a interrelacionarnos y comunicarnos cómo método de escape de nosotros mismos y como forma de crecimiento personal en todos los ámbitos.

Es cierto que hay personas tóxicas, que no todo aquél hacia quién vamos nos va a nutrir, pero aquí cabe destacar el acierto propio en la elección de estas personas. Si tienes alguien a quién consideras amigo tienes un tesoro y él te tiene a vos. Recíproca actitud de ayuda y comprensión.

Y no sólo de individuos habla este ensayo, también me refiero a aquellas cosas inanimadas o no, que no son humanas. Un perro, un jardín, un cuadro, una hoja en blanco pueden ser el horizonte hacia dónde dirigir nuestras velas; el bello cielo azul, el atardecer que pedimos en silencio o a los gritos para que nos encienda la mirada.

Alguna vez alguien me dijo que contar es volver a gozar. El silencio suele ser bueno para meditar, para descansar, para elaborar nutrientes en la mente; pero insertos entre pares, es mejor escapar hacia el otro, motivarlos con nuestras emociones, hacerlos partícipes de nuestras dudas y temores, invitarlos a subir a los vagones de ese tren que nos recorre las venas y ruge en lo profundo.


Miren, lean, sientan lo que se mueve dentro de mi ser, son belleza para mí alma sus ojos posados en estas letras, en este devenir de inquietudes, certidumbres y dudas enlazados con la sincera fuerza de mi expresión liberada.

Aquí no hay lugar para pretensiones ni gloria. No puedo ni quiero buscar un resultado, puede que sea por temor, porqué no, pero me alienta pensar que es porque no quiero mentirme ni mentirles. No soportaría, ni yo ni mis ilusiones, inventarme un maquillaje para gustar, pintar de traidores colores mis blancos más bellos.

La alianza debe ser una cadena de fuertes eslabones, cómo el amor que uno sienta posible prodigar, y debe partir de la unión del yo y la personalidad, para elevar a la luz ese gusanito que nos habita y que es nuestro núcleo perfecto.

Que la información dada por la primera célula que nos conforma sea la que brote cómo una flor intensa en sus formas y pura en su concepción.


Hernán Mierez ®

miércoles, 1 de agosto de 2007

Al Mar


No sé si reír, cantar o llorar,
no sé si darte está ilusión que tengo,
si compartir este aliento de feliz caminante fugaz que he hallado.
Me quedo inmóvil
frente a tu piel de sal
a tu fragancia de mundos,
a tu inacabable pasión de líquidos amores.

Cómo se va la vida,
diluye su encanto de lluvia terminada
en esas tardes como muertes,
ahogada de ansiedad,
bajo frustrados cielos de ciudades anónimas
con aromas grises y colores amargos...


Hoy, si puedes reconocer este espíritu que balbucea,
verás que descifro el mensaje una vez más.
Clavado los pies descalzos en tus jardines de arena,
me pide la piel el contacto frío y furioso;
para amarte mar
en la alquimia ancestral de tu cuerpo azul,
y que la espuma bruja de tu enorme soledad
me lave la desesperación de no saberte mío.
Que tus caricias de agua
me formen el recuerdo en los ojos,
para derrotar el tiempo largo de mis días como desiertos,
haciendo ayunar al dolor del recuerdo
y alimentando el deseo de volver...


Hernán Mierez ®

Frase del día

Es necesario tener tanta discreción para dar consejos como docilidad para recibirlos.

Francois de la Rochefoucauld.