El Conquistador
de esta pobre pero fiel comarca,
el ilusionado actor
para este gran público silencioso,
el abnegado escultor
que le de un alma a este frío trozo de mármol.
Quiero ser el tibio sol
para kilómetros de tierra seca y aburrida.
Quiero la piel de mis manos rota y ajada
por el esfuerzo, el trabajo y la voluntad ferviente.
Quiero ser el dueño
de aquél sueño húmedo y lejano
en el cuerpo del río del dolor.
Volver a ganar lo perdido,
empezar por el fin de un lamento;
conquistar el principio de la risa.
Quiero ser el payaso y el trapecista.
Que el fracaso y el éxito
sean un mismo barro entre mis dedos
y reír hasta llorar… Llorar de felicidad.
Quiero ser la sangre y el fuego
que aviven este pulso de vida.
El Rey…
Y ceder ante el gobierno del amor.