jueves, 13 de septiembre de 2007

Un miserable átomo en el cosmos


Qué hay, qué hay
de la marisma del dolor.
Qué vergüenza asombra ojos ajenos,
qué terrible tempestad arrecia
para que deje de ver el sol.

Dónde voy mareada la razón,
adónde llego si aún no partí.
Dónde la paz abordará mi tren,
dónde empieza lo que debe empezar
y dónde termina lo que tiene rostro de infinito.

Cuál es la pericia del trapecista
que le permite vencer a las aves,
cuál mi cadena, que sola es nada
y atada a mí se vuelve mi cuerpo.
Cuál es el horizonte bueno, dónde termina este negro mar…

Te creo y por eso te guardo estos besos,
para cuándo vuelva a verte.
Pero la espera no admite citas,
sólo te deja bailar una pocas veces,
luego vuelves a casa y ves que está vacía.

Cuándo la caída no será futuro.
Cuándo el temblor será sensación
y no terremoto y ruinas.
Cuándo el interrogante vivirá fuera
de esta oscura cueva mental…

Qué hay de los que hay,
de los dónde, de los cuándo.
Qué con los cuál, qué con la duda devoradora,
si el hambriento soy yo
y ella se sacia de mi inspiración.

Al infierno con los cuentos
que nunca me llegaron a contar.
Me colma los bolsillos mi propia imaginación.
si el camino se pierde en la neblina
me voy a ir por dónde pidan mis deseos.

¿Los tengo?, maldita duda…
Si los tengo, ¿Los cumplo?
Veo que te gusta jugar…
Si los cumplo, escribo
y la fantasía es la caricia sanadora.

No va a poder este viento cruzado
tumbar todas las hojas.
Caerán vencidas unas cuántas,
pero la raíz de la esperanza
nutrirá cada vez el árbol de mis días.

Guardo tesoros para los que vienen atrás
y eso debería bastar,
para formar el oasis y el descanso.
No hay desiertos frente a mí
sólo visiones y una voluntad de hierro.

Me pregunto ahora el porqué,
del llanto de ayer,
de ayer nomás, aquí atrás, muy cerca…
¿Hoy es ayer?
Aún están húmedas mis mejillas.

Me confunde darme cuenta
que el porqué está al final y no al principio.
Por qué antes no dije porqué.
¿Será que tengo miedo de saber?
Nunca, nunca, nunca…

Gritar es una buena forma de protegerme.
La fuerza es la ostentación de ella misma
y no la acción en desenfreno.
Te grito estúpida tribulación
y te engaño, piensas que soy más fuerte.

Al menos me cedes el inicio
y quién golpea primero golpea mejor.
Ya se, mis heridas me condenan,
pero mi armadura no es de azar, ni mi lanza de suerte.
Antes no lograba verte, ahora puedo escupirte y verte retroceder.

Las señales están justo ahí,
dónde ambos podemos verlas.
Tiemblo, sudo y sufro.
La ansiedad me lame la piel, obscena.
Pero he vencido ríos,
escalado montañas para verte la cara,
y no es éste tu momento,
sino el mío, sólo mío.
Voy a morder mis labios,
gozaré del sabor de mi sangre.
Locos los ojos, tensos los nervios,
voy a llegar primero,
voy a asestar mi mejor golpe,
pero no reiré al verte morir.
Me sentaré y descansaré
en medio del campo de batalla.
Y voy a rendirte los honores que mereces.
Sólo porque nunca mueres,
nunca te vas.
Vas a dormir mientras yo resurjo
y cada nueva mañana voy a recordarte,
para que nunca puedas despertar…

Que hay, que hay,
del eterno fuego interior,
que hay si los versos pasados
sólo fueron un miserable átomo en el cosmos.


Hernán Mierez ®

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tus letras hoy, sacudieron mi piel. Literalmente lo digo.
Será que hace un tiempo respiro aire viejo y deje de ver el sol, será, quizás...

Gracias guerrero, hoy te mereces un besote enoooooorme.

Gaby :)

Unknown dijo...

Que sirva es importante, lo más interesante sin dudas...
Me alegro Gaby y gracias por leer...

Un beso grande.