viernes, 22 de junio de 2007

Pequeñas palabras para un hijo


Tengo un elixir que brinda eterna juventud,
tengo pequeñas palabras,
inconexas sílabas de luz.
Olor a vida, a piel virgen, a rosas frescas.
Tengo todo, te tengo a vos.

En la yema de mis dedos, en el trance de las palabras,
en mis cejas encabritadas,
en mis labios duros, compungidos.
Tengo la saliva de tu inocencia,
el tacto sin maldad, la caricia absoluta.

Me quedo con vos aunque me arrastre cada amanecer.
Me quedo en tu mirada porque es la mía,
te abrigo en mi fortaleza
porque mi plenitud es tuya,
Tu refugio, el calor que necesitas.

Robame el alma, para eso es que viniste.
¿O acaso era yo, cuándo vos no eras?
Porque hoy sos la razón y la dirección,
y tu carne es el reflejo de lo que yo no fui.
Sos el guía, alumbra mi paso, para poder escapar de mí.

Ante todo vas a estar, tu loca alegría primero,
en el vientre, en los sueños, en la perfección deseada,
respira este aire que te doy y vive
que sin vos soy pasado y cenizas,
Y tu abrazo es la garra que desangra los miedos.

Despiértame cada mañana con el milagro de tu presencia...


Hernán Mierez ®