jueves, 22 de noviembre de 2007

Del Lugar de la Esperanza


Ensayo



Superado el tiempo de los malos tiempos, salgo hoy y todos los días a recoger, dónde quiera que las encuentre, nuevas y variadas esperanzas.
Grata tarea enraizada en la costumbre. Sensible, emotiva labor.
No es una misión, un proyecto; algo digamos serio pero sin llegar a muy serio. Aquí no hay méritos en el transcurrir, ni trofeos en el fin.
Hago lo que hago porque quiero y porque al llegar a casa por las tardes y al mirarme al espejo del baño, veo mis ojos brillar.
Nada más. Puede que piensen que me conformo con poco, sin embargo, las cantidades de esas sustancias que se necesitan para conformar el espíritu, deben medirse propuestas en los diversos momentos de la vida.
Hoy mi poco es el mucho de ayer y espero (por eso cazo esperanzas) que mañana sea aún menos. Una manera pacífica y simple de descubrir quién soy.

Una esperanza se atrapa con la mirada y se guarda en pequeñas redes que tenemos en la cabeza que se llaman pensamientos. Estas redes no existen solas, se forman a medida que las esperanzas entran en la mente. Así y todo, no dejan de ser estadios intermedios, algo así cómo un depósito de recepción y clasificación.
Cabe aclarar qué, sería un verdadero peligro dejarlas mucho tiempo ahí. Al no traer conservantes artificiales, éste producto es altamente perecedero y puede suceder qué, si no se clasifica a tiempo y se asimila luego para su transporte hacia otros lugares del alma, se pudran inexorablemente, produciendo infecciones que lleven a la muerte misma de esa esperanza y del pensamiento que las alberga. Todo esto redundaría en la formación de una pequeña ulcera en la piel del razonamiento con una consecuente pérdida de energía en la usina de la Fe.
Bien, aclarado esto, voy a seguir por el único camino que puedo seguir, el que inicia todo. Les voy a ejemplificar la cuestión para que entiendan y no porque sea difícil de comprender, sino sencillamente porque dicen que una imagen vale más que mil palabras: En este caso, una imagen hecha de mil palabras…
Hoy por la mañana, alrededor de las ocho treinta, comencé a sentir calor mientras estaba trabajando y pensé en tomar agua. Fui hasta el dispensador de agua, me serví un pequeño vaso de esos térmicos, de telgopor, y me inundó una sensación de muy fría saciedad. Quise sentir más y me serví otros tres vasos. Volví a mi silla y me sentí mejor: Esperanza es sinónimo de muchas cosas, entre ellas de bienestar.
Yo estaba bien y aún mejor después de atrapar la esperanza basada en el agua que calma la sed y ciertas malas sensaciones. Ese pensamiento fue su entrada a mí, luego la asimilé en su lugar de convicción: Un lugar muy seguro dentro de la mente de los hombres. La convicción es producto de la creencia férrea en algo y todo esto trae seguridad, que es la mejor caricia para toda esperanza, el mejor lugar dónde pasar sus días.
Hoy atrapé mi esperanza. Y no sólo eso: Ya tiene su lugar en mi base de datos. Pensada, comprendida y lista para ser utilizada las veces que quiera.
Convencido estoy que el agua es poder. Que cura la sed y calma el calor. Seguro estoy que tomo esto cómo referencia y me hago más fuerte en la fe.
Claro, éste pasado ejemplo es quizás una tontera. Pueden pensar que sí, sin embargo, yo tomaría las cosas con pinzas. Nada de pensar que soy un idiota. He comprobado que lo más lógico y obvio del mundo, a veces se nos olvida y es más, ni siquiera lo tenemos en cuenta para nuestra vida diaria.
Así las cosas, suelo atrapar, de tanto en tanto, esperanzas más sustanciosas, más poderosas y únicas en su especie. De esas que uno cree extintas ya.
Sí, no lo duden, éstas son de una belleza fabulosa y cómo diamantes o esmeraldas, se esconden en lo más profundo del cosmos y al ser descubiertas refulgen de forma alucinante y hacen brillar aún más el espíritu de aquél que las recoge y les da un lugar en su vida.
El poder encontrar estos tesoros, día a día, me permite cuadrar y comprender de a poco, el rompecabezas que es mi existencia.
Es muy probable que jamás llegue a terminar la tarea. Es también, muy probable, que de eso se trate.
Entender y comprender es lo que trae ventura y alegría. Poseer y retener es lo que pudre todas las raíces.
Que afuera, sobre la tierra, arriba en el cielo, en las personas, en los pétalos de las flores, en las rocas, existan dispuestas, ofrecidas, las razones para sentir la vida y que yo, día a día, refuerce mi capacidad para encontrarlas es, en esencia, todo lo fielmente valioso que se puede tener.
Ayer, en la memoria de mis horas, me embriagaba la belleza etérea y fugaz de aquellas cosas banales y superfluas que suelen crear adicción e intoxicar por un rato nada más, creando oasis en los desiertos, haciendo del camino un espejismo seductor que sólo lleva al acantilado de las ilusiones y los sueños.
Mejor que quedo aquí, regando despacio, en forma de lluvia, la creencia de que al alcance de la mano, en lo simple, lo pequeño, está toda la sabiduría que pueda obtener.


Hernán Mierez ®

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