Posesión Absoluta
horadando los rincones
de mi rara anatomía,
una y mil repeticiones de un eco gutural,
sordo ritmo del corazón agitado,
así me llama desde adentro
la invisible entidad que me viaja;
constante en el tiempo
por las venas por los nervios…
Puedo sentir clavarse entre sí,
bajo la delgada piel,
los engranajes de éste artilugio insomne:
El alma que pulsa mi carne,
emperador y dueño de esta materia
predecesora de toda ceniza final…
Hace grata mis nocturnas horas
y grita cuándo nadie más escucha.
El único modo de saciar su voracidad
es creando pequeños mundos
hechos de palabras cómo nudos del pensamiento,
en una orgía de inspiración
ella los engulle lúdica y bellamente perversa:
Pide más
yo me inclino y la reverencia es apenas un suspiro…