Reflexión Segunda
A las cosas Bellas
-
Me
hacen falta las cosas que perdí… Dijo él.
-
Y
qué querés que te diga, ¿Qué a mí también? – respondió ella, lejana.
Pero él no quería escuchar eso. Sólo
quería decir lo que dijo, como una manera de expulsar un demonio de su interior
que lo estaba asfixiando. La verdad, cuando es dicha, es aceptada y así nos
sentimos mejor. No es la cura, ni el final, ni un nuevo comienzo; es la
sensación de que la realidad puede ser soportada.
Es necesario seguir el camino nuevo pero
sin olvidar las huellas dejadas atrás; aquéllas que nos trajeron hasta aquí. La
memoria de las cosas bellas nos permite su latencia y poder gozarlas una vez
más. Luego, sabrá Dios del milagro de la resurrección.
No te abandono jamás espíritu voraz,
nunca lo haré; confío en tu inteligencia e intuición para perseguir ese horizonte prometedor. Es el
placer de saber sentir lo que nutre mi sangre, de saber reír, de aceptar
llorar, de gritar y encadenar palabras para que sostengan mi ser…
-
Perdón…
Me oí decir.
Pensando que estaba bien cómo última
palabra para dar fin a la historia;
s sin saber que también podía ser la primera
del párrafo por venir…
Hernán Pablo Mierez ®
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